Avanti a Lui

Notas


Por Richard Fairman

Publicado el 16 de diciembre de 2025

Cinco estrellas para Turandot en la Royal Opera: una poderosa Netrebko clava los agudos

Con sugestivos destellos de vulnerabilidad, no ha habido nadie mejor en esta producción desde que se estrenó hace más de cuatro décadas.

Cuando Anna Netrebko regresó a la Royal Opera House en septiembre, tras seis años de ausencia, un ruidoso grupo de manifestantes pro-ucranianos la esperaba a las puertas del teatro. Para la segunda visita de la soprano rusa, apenas una docena de manifestantes permanecía en el exterior.

Dentro del teatro, la acogida había sido cálida hace tres meses y esta vez fue directamente extática. El papel titular de Turandot de Puccini es un formidable vehículo de lucimiento para una cantante capaz de afrontar sus desafíos.

Y Netrebko hace mucho más que eso. Resulta notable que una cantante que debutó en la Royal Opera como la apacible y pequeña Servilia en La clemenza di Tito de Mozart en 2002 haya llegado a asumir uno de los roles más exigentes y de mayor potencia de todo el repertorio de soprano italiana. Netrebko lo domina por completo, desplegando un canto de enorme autoridad y clavando los agudos, aun cuando el centro de gravedad de su voz parece haberse desplazado hacia registros más graves.

Con intrigantes destellos de vulnerabilidad, su Turandot es algo más que una simple princesa de hielo. No ha habido una intérprete mejor en esta producción desde que fue montada con motivo de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, aunque conviene señalar que Netrebko solo canta en las cuatro primeras funciones.

Debe de ser una tarea exigente encontrar un tenor capaz de igualarla en decibelios, pero afortunadamente uno de sus antiguos maridos está cerca. Yusif Eyvazov —quien se separó de Netrebko el año pasado— proyecta tanto volumen como ella. Esta fue, con diferencia, su mejor actuación hasta la fecha en la Royal Opera: la voz resulta menos estridente, más rica en timbre que antes, y muestra el desparpajo necesario para lanzarse sin reservas a los grandes momentos de Calaf.

Yusif Eyvazov como Calaf en Turandot
© The Royal Opera; Camilla Greenwell

Masabane Cecilia Rangwanasha regresa como Liù, con sus dos arias soñadoras iluminadas por haces de luna de la más delicada calidad. Rafa? Siwek interpreta a Timur, y Raúl Giménez, célebre tenor rossiniano a comienzos de la década de 1990, hace un regreso de carácter casi legendario como el envejecido Emperador, encaramado a un trono dorado que desciende desde el techo. Como Ping, líder del trío cómico de ministros de Estado, Simone Del Savio ofrece un canto elegante y lírico.

Con Daniel Oren en el podio, la función luce una interpretación orquestal de colores audaces, no muy distinta de la que se escuchaba cuando el antiguo director musical Antonio Pappano ocupaba el foso, aunque sin su excepcional oído para el detalle interno. La producción, deslumbrante en su propia concepción del espectáculo, sigue siendo un clásico de la Royal Opera.

En una época del año en la que la mayoría de los teatros optan por el cuento de hadas Hänsel und Gretel de Humperdinck o la La Bohème navideña de Puccini, una ópera que incluye ejecuciones en serie, tortura y suicidio resulta un cambio irónicamente divertido —y muy bienvenido—.